Breve historia de mi bisabuelo
- Luis Guillermo Peña R.
- 23 ene 2019
- 4 Min. de lectura
Jesús María Alzate Barrera
Un donmatieño en el olvido

Por Luis Guillermo Peña R.
Todos los pueblos tienen sus personajes, que han dejado huella en su historia. Sí, han dejado su impronta porque han sobresalido en diferentes campos del saber humano como el arte, la política, la ciencia, la literatura y en otra infinidad de talentos y destrezas. Hasta los “bobitos” son todos unos personajes, que hacen historia y dejan recuerdos.
A estas ilustres personas, por lo regular se les recuerda y se les guarda gratitud. Es así como se les perpetúa su memoria entronizando su figura en una escultura o en un óleo. También en una biografía impresa, o bautizando con su nombres teatros, escuelas, calles, parques o bibliotecas. De esta manera, se salvan de perderse para siempre por los insondables abismos del olvido.
Pero también sucede, y con mucha frecuencia, que muchos otros personajes, que aunque por sus esfuerzos, luchas y conocimientos, han aportado al desarrollo social y al progreso, son relegados a la trastienda de la historia, a la desmemoria y al olvido.
Jesús María
A esta categoría pertenece el donmatieño Jesús Alzate Barrera. Fue un genio de la arquitectura, la ingeniería, la pintura y la escultura. Sin pasar por una universidad, adquirió la capacidad de hacer planos, estructurar los cimientos y la ornamentación de un sinnúmero de iglesias de varios municipios antioqueños. Entre éstos se destacan los templos de Ituango, San José de la Montaña, Urrao, Cañasgordas, Amalfi y Donmatías. Su especialidad era la ornamentación arquitectónica como: capiteles, hornacinas, cornucopias y símbolos de la cristiandad, así como figuras góticas y barrocas. Estas obras hoy adornan los frontis y las cúpulas de los templos donde puso su mano de artista arquitectónico. Sobre andamios de madera, que él mismo estructuraba, se subía para dejar su impronta imborrable.
Nació Jesús María Alzate Barrera, más o menos por el año el año de 1897 en Donmatías. Fueron sus padres, Honofre Alzate Gallego y Leonisa Barrera Berrío. Ella, parienta cercana del General Pedro Justo Berrío y tía del padre Francisco Eladio Barrera. En 1918 fue llamado de Urrao para dirigir la construcción del templo. Llega, después de varios días de travesía por la cordillera a lomo de mula. Allí se dedica a su labor constructora. No sólo le deja a este municipio el templo sino, que talló en madera los santos, la burra y el buey para los pesebres y las procesiones de Semana Santa. Allí, conoce a la dama Ascensión Cossio Angarita, con la que contrae nupcias. De esta unión nacen nueve hijos. Entre ellos, la poetisa Teresa Sander y la pintora y también poeta Ana Adelfa Alzate Cossio. Los demás hijos se destacan en el comercio y en la industria de las confecciones y las conservas alimenticias.
De alcalde
Jesús María aporta con sus conocimientos y mano de obra a la decoración del frontis y las cúpulas del templo de Amalfi. También es obra suya el calvario y las figuras del viacrucis que todavía hoy le dan un aspecto sagrado a un cerro cerca al pueblo. En el año de 1957, el gobierno conservador, de la época, lo nombra alcalde de ese municipio. Se dedica entonces a mejorar las vías de comunicación, a construir escuelas y a elevar el nivel de calidad de vida de sus habitantes. Es mucho el aprecio que las gentes de Amalfi le prodigan a su alcalde por sus ejecutorias y por su don de gentes.
Una noche, a un joven, en estado de embriaguez, le da por insultar a la gente y hacer desorden por todo el pueblo montado en un caballo. El alcalde lo hace aprehender de la policía. El camorrista queda preso en un calabozo. El personero y otros parroquianos liberales, le ruegan al alcalde que deje salir al joven. Pero éste argumenta que lo mejor es dejarlo hasta el otro día, para que escarmiente y mejore su comportamiento.
Se granjea, entonces, la enemistad con los liberales. La chusma ronda por las goteras del pueblo. Por aquellos días Jesús María se prepara para ir a inaugurar las escuelas de las veredas La Solita y Montebello. Varias personas le advierten que lo mejor es que desista del viaje, porque por esos campos se ha notado la presencia de la chusma (así se conocía antes a la guerrilla) y es peligroso. El no hace caso. Cree que va a hacer una buena obra. Emprende, entonces el camino, en un fino caballo marrón.
Hacia el destino fatal
No había avanzado muchas leguas cuando se encuentra en unan canalón con el finquero Ismael Ruiz y un yerno de éste. Ellos le aconsejan que lo mejor es que devuelva la grupa hacia el pueblo, porque habían notado la presencia de gentes extrañas. Sin embargo, por cosas del destino, el alcalde hace caso omiso de la advertencia. Don Ismael y el yerno deciden acompañar el alcalde en su ruta fatal.
Por los contornos los miembros de la chusma afilaban sus machetes en una piedra de superficie plana. Una mulata que habita un rancho en un paraje alto, ve cuando los hombres asoman por un recodo del camino. Inmediatamente da aviso a los forajidos.
Tanto a don Israel, como al yerno le mochan la cabeza. Sus cadáveres quedan tendidos sobre un charco de sangre al lado del camino. Al alcalde se lo llevan con todo y caballo. Pasan los días y de don Jesús María nada se sabe. Un pelotón del ejército viaja desde Medellín para rastrear el terreno y hacer la búsqueda. Cinco días después lo hallan dentro de un costal. Éste había sido arrojado por un precipicio, pare caer en un arroyo profundo. Tienen que usar manilas y lazos para sacarlo. El alcalde había sido descuartizado. Una de sus manos, jamás se encuentra.
La violencia se lleva a Jesús María. Su obra perdura en sus templos. Pero su memoria se pierde en el olvido.

Ascensión Cossio Angarita, oriunda del municipio de Urrao, esposa de Jesús María Alzate Barrera

Adelfa Alzate Cossio de Restrepo, mi abuela materna, a la edad de 17 años